Skip to main content

Los hombres no saben limpiar

¡Es inútil! ¿Alguna vez te pasó que tu chico, con la mejor voluntad del mundo, te dijo "dejá mi amor, vos andá a ver la tele, que los platos esta noche los lavo yo"?

¡La odisea que es para un hombre lavar los platos! Si no usan demasiado detergente, te dejan los platos sucios, si no tardan media hora en lavar dos platos y una taza, te salpican todo y hacen un enchastre tan grande en la cocina que perdés más tiempo vos limpiando después (o volviendo a lavar lo ya lavado) que si los hubieras lavado vos de entrada.


Lo cierto es que el hombre no nació para limpiar. El don de la limpieza es algo que te es innato porque naciste mujer, no intentes comprender qué les pasa por la cabeza a ellos mientras intentan ayudarte con los quehaceres domésticos, o por qué no pueden darse cuenta de cosas tan simples como usar agua caliente para sacar la grasa del plato. La respuesta es demasiado simple y se encuentra entre su ombligo y sus rodillas: son hombres, y como tales, sus mentes y sus cuerpos no están preparados para desarrollar ese tipo de actividades propias de nuestro sexo.


Por eso, mientras que vos tenés la capacidad de lavar los platos, ir preparando el postre, pensar qué hacer de comer mañana y sacar la cuenta de cuánta plata te queda para terminar el mes, todo al mismo tiempo y en menos de veinte minutos, él en ese ratito sólo puede ver cómo trabajás y desnudarte con la mirada.


Conclusión: No le pidas peras al olmo, si querés que las tareas del hogar se hagan bien, hacelas vos.

Comments

  1. Y no sólo mentalmente. Ahí, de prepo, mientras tiene la virulana en la mano. Porque le agrega un toque especial la virulana, rasposa. Eso sí, después de darse bomba en el piso de la cocina, o sobre la mesa misma, que se concluya la tarea.

    ReplyDelete

Post a Comment

Popular posts from this blog

Saber manejar es saber manejar tu cuerpo

 Hoy en día los tiempos han cambiado, y por momentos las mujeres sentimos la necesidad de independizarnos de nuestros maridos o chaufferes y conducir nuestro propio vehículo.  Está científicamente comprobado que las mujeres tenemos menos capacidad para determinar distancias o efectuar movimientos con maquinarias de gran tamaño (como ser un automotor), es por eso que nos cuesta más estacionar, frenar ante los semáforos y hacer maniobras en la ruta o en la ciudad.  Si a vos también te picó el bichito de la independencia y se te ocurre hacerte la licencia para manejar, además de aprender los básicos del manejo, es indispensable que, a la hora de rendir el examen, desempolves la artillería pesada: maquillajes que cubran todos tus defectos, fajas y medias modeladoras, tacones altos y escotes pronunciados son requerimientos básicos para la seducción del oficial que te tome el examen.  No pretendas aprobar un examen de manejo por tu habilidad para conducir el vehículo porque de ese modo está

La carne nuestra de todos los días

Es muy posible que, para cuidar tu silueta y tu salud, no te guste comer carnes rojas todos los días, además, todas sabemos que con una ensaladita de hojas verdes y algunos tomatitos cherry vos ya estás bien. La complicación, sin embargo, viene cuando nos toca hacer comida para dos: a él no lo arreglás con unas verduras, y es muy posible que se te enoje si no ve en su plato una porción de carne de algún tipo (preferentemente de origen vacuno). Antes de preparar cada comida, pensá bien en qué le gusta a él, no por nada las abuelas nos decían "al hombre se lo conquista por el estómago". Los básicos que nunca pueden fallar son los bifes de res, las milanesas y las empanadas de carne. Por la guarnición no te preocupes demasiado, es muy posible que no la coma, pero para asegurarte de que le vaya a gustar, siempre podés recurrir a las papas fritas (y si te mandaste alguna macanita y le tenés que pedir perdón, agregale dos huevos a caballo y se olvida de todo), lo que no puede fa

¡No dejes que te ganen las arrugas!

Gracias a los avances de la tecnología textil, hoy en día la mujer puede prescindir de la plancha para la mayoría de su ropa (en esto hemos avanzado bastante respecto de nuestras madres y abuelas, esclavas del jabón blanco y la tabla de planchar). Lamentablemente, sin embargo, siguen existiendo ciertas prendas que, por más que uses el ciclo de lavado antiarrugas y que las cuelgues de una percha para su secado, no te dejan más remedio que recurrir a nuestra ya no tan amiga: la plancha. Las camisas de hombre son una prenda que nos resulta imposible no planchar, y ¿qué es lo primero que piensa la gente cuando ve a un hombre con una camisa arrugada? Ese hombre, o bien es soltero, o tiene una mujer que no se ocupa de él. Los hombres no saben planchar camisas, y cuando lo intentan, tardan horas y siempre corren el riesgo de quemarse ellos, quemar la camisa, quemar la tabla de planchar, romper la plancha o arrancarle algún botón a la prenda (que después vas a terminar cosiendo vos, porque